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domingo, 2 de marzo de 2008

Vuelo de palomas


Es extraño, ya había olvidado lo bien que se siente la brisa fresca acariciar mi cara. Cierro mis ojos y la libertad aparece como ráfagas de colores que estallan como fuegos de artificio fragmentados en pequeñas pigmentaciones. Mi pelo enloquece con el viento frío y refresca mi cabeza de los errores y preocupaciones que tenía en esta ploma ciudad.

Es paradójico que esta mierda de concreto sea la puerta a mi paraíso; no obstante en este momento los qué y como no importan, lo único que importa es la velocidad, es la rapidez con que mi vuelo encuentra la puerta de salida.

Abro los ojos.

Una sonrisa aparece en mis labios, y el viento seca mi garganta, no me molesta.

Lagrimas ruedan por mi rostro, pero no son de pena, aunque últimamente no es extraño ya que mis nervios han estado carcomiéndome por dentro, primero lentamente y después como un tumor cancerígeno destrozando sin piedad rápida y dura mi cordura. Mostrando mi estado de soledad, mi única compañera. No recuerdo cuando el fantasma gris de la ciudad me quitó a mis amigos, a las personas que le di un pedacito de mí, pero al parecer eran hijos del concreto nacidos para amargar mi vida (a esto se le llama vida?). A muchas personas te quieres aferrar para que el martirio que es sobrevivir no sea tan pesado y compartir el dolor que esto implica (esto es el amor?)... y estás solo.

Las lágrimas siguen saliendo, pero te dije que no son de pena, ya no. Lo pasado no me importa solo la rapidez de mi vuelo, así que son producidas por el viento.

Esto está bien.

No siento ninguna presión en el cuerpo, a pesar de estar en la ciudad los colores y las forman pasan muy rápido a mi lado y es hermoso. En la brisa no siento el smog sólo su frescura. No puedo entender como tardé tanto en liberarme.

La liberación del vuelo como la mejor de las aves, como el arcángel Gabriel, como el más chato de los drogadictos: volar; yo era otra hormiga del hormiguero, pero ahora soy uno de ellos... solo que yo no vuelo hacia el cielo... no me importa, desde que nací que fue todo cuesta abajo, todo decayendo, y hoy más que nunca.

...atrás quedó la cornisa y cada vez me acerco más al concreto, mis ojos no han parado de llorar. Toda una vida (sub-vida) de pudrición gris para tener estos segundos de LIBERTAD... vale la pena; no pienso en familia ni en amores.

Cierro los ojos...

Perdóname Dios.






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