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jueves, 27 de marzo de 2008

Sorpresa, estoy muerto! (breve cuento de amor)


Mis manos acariciando tu cuerpo tiernamente, suave, apenas rozando tu piel. Tu pelo suelto baila locamente sobre las sábanas, enredando en él, mi cuerpo cerca del tuyo, desnudos sin ninguna atadura a este mundo, libres, me sumerjo en tu mar. Cerca, muy cerca somos uno los dos, puedo sentir tu respiración agitada, te beso, te quiero, te amo...

Pero tu tiemblas, y no de nervios. Estás asustada.

¿Me temes?

-¡Por qué no me dejas en paz! ¡ESTÁS MUERTO!- dijo ella.

Y lloré.

No quiero estar muerto... quiero estar contigo.

La muerte no nos puede separar.

Y volví a llorar, pero sin lagrimas, lloré mi espíritu. Eso duele. Cuando nace un lazo entre dos personas las almas se entremezclan y forman una, separarlas es literalmente destrozarlas, mutilar una parte de ella. Ahora me niego a separarme de ti, comprendo todo mejor que antes, no perdí mi cuerpo, mi esencia aun la considera y por eso te necesito.

Ya lo dije en vida, por ti yo voy a secar los mares y a romper las montañas, todo lo que me separe de tu ser. Vencer la muerte sólo por tocar tus labios.

Pero me temes.


Y contra eso no puedo luchar.


¿Es éste el infierno?


Es éste el infierno.



-----------y sufro por la eternidad---------------------------------








miércoles, 26 de marzo de 2008

Momentos



uno


El zumbido perforaba constantemente mis oídos; podrían haber pasado horas, días, años, siglos sin poder diferenciar los momentos. Uno de otro. Y otro. Y más. Es preferible que me envuelva la somnolencia, el sopor de la nada.

la nada...


dos


Es ahora el nunca, es donde no estaré jamás, mas en este momento existo aquí. El zumbido es ahora parte del no-día. Costumbre, aprender a existir –si se puede llamar existir a mi condición actual- con pequeñas molestias propias de la carne.

El espíritu no sufre, se atormenta.

Duermo.


tres


El hombre nunca está conforme con su contemporaneidad, “todo tiempo pasado fue mejor” realmente no hay palabras que describan mejor mi enunciado como ese típico dicho; como me considero humano, ahora un brillo inusual quema mis párpados, molesta... costumbre, aprender a existir... cansa, y la luz me adormece... antes estaba mejor...


cuatro


Luz y sombra ¿día y noche?

Luz de estrellas, luces sintéticas.

¿Puedo contabilizar los momentos?

No, aun no...


cinco


Ahora hay diferencia entre las luces, y diferencia entre los zumbidos; que son los que puedo diferenciar con mayor claridad. Son una gran gama de timbres que vienen del todo (que nació de la antigua nada). Puedo tomar conciencia de mi ser, no obstante ¿soy uno o el todo? ¿He existido de siempre, y no me acuerdo?

Confusión, confusión, confusión, confusión, confusión, confusión, confusión.


seis


Confusión, confusión, confusión, confusión, confusión, confusión.

Confusión, confusión, confusión, confusión, confusión, confusión.

Confusión, confusión, confusión, confusión, confusión, confusión.


siete


Es mejor, a veces, no cuestionarse tanto las cosas, o a uno mismo. Solo limitarse a existir... soy más viejo, eso puedo declarar, porque ya no me ahogo en preguntas, aunque no puedo negar que del torrente de preguntas uno llega a un continente de respuestas. Pero a ese continente siempre lo acompaña un océano de nuevas preguntas...

Me limito a existir.


ocho


No hay nada que pensar estoy confortablemente cansado y aburrido...

Cuando tomas conciencia del todo, se convierte en nada otra vez...


nueve


Ahora es cuando la confusión trae a la desesperación, ¿cuantos momentos han pasado? Nueve, pero ¿nueve qué? Nueve segundos, nueve horas, nueve días, semanas... meses...

¿meses? Estoy naciendo a una nueva vida, una reencarnación... ahora comprendo todo: el ‘todo’!

Quién fui en mi otra vida, esa es la respuesta que debo aclarar antes de la hora, debo ser el primer eslabón de una nueva raza de humanos, la nueva evolución de la especie: humanos que antes de nacer ya puedan razonar, eso daría una super raza de intelecto increíblemente elevado, superior...

Y yo soy el elegido para ser el primero...


Diez u once, o infinito...


Aun permanezco aquí.

Eternamente en una fracción de segundo.

Con un mundo infinitamente grande de preguntas en un cuerpo infinitamente pequeño de respuestas.

Morir es nacer, pero nacer también es morir (o agonizar).

Morir, siempre se llega de una forma u otra a ella... no vale la pena... no vale la pena morir por algunas cosas. Morir. MORIR

Y olvido todo, que siga su curso...........................................................

..............................................................................................................

ahora estoy listo.








lunes, 24 de marzo de 2008

Balada cordillerana

El lugar era una suerte de acantilaos rocosos en medio de la cordillera, donde el viento corre libremente entre sus murallas y canta con su grave y fría voz la canción de advertencia a los temerarios e inexpertos pastores que se acercan a sus precipicios mortales. Los hombres al llegar se sobrecogieron por lo imponente de la naturaleza, dieron una ojeada rápida, quedaba mucho camino por recorrer, y la mañana avanzaba presurosa por las cumbres de las más altas montañas.

Los caballos no llegaban muy cerca del barranco y se encontraban inquietos en el lugar, instinto animal sobre el riesgo que implicaba su cercanía. Entonces el más joven de los jinetes desmontándose de su rocín brinca hacia el abismo, en un salto que toma formas de contorción en el aire, el caballo levanta los cuartos delanteros en señal de susto y lanza un relincho que se repite por el eco cordillerano. La perplejidad de sus compañeros no era sino una risa apagada de gaucho en sus rostros curtidos por las inclemencias de la vida. El viento corrió y silbó como también celebrando y haciendo el sonido de esas carcajadas sin sonido cuando el joven salto al vacío, el cual ya conocía el terreno y las salientes que esconde en el acantilado. Un peón que se había bajado de su montura lo ayuda a subir y los vaqueros reanudan aun con una sonrisa en los labios su marcha, quedaba mucho por recorrer y la mañana avanzaba presurosa por las cumbres más altas de la cordillera, especialmente para los descorazonados cuatreros.

martes, 18 de marzo de 2008

Él, silencio


Paso cuando estaba acostado, yo había escuchado hablar a los adultos sobre él, pero siempre pensé que se trataba de algún tipo de leyenda. Incluso llegué a pensar que sería una suerte si pasara por mi pieza y verlo personalmente, y ahora en este instante cuando se que anduvo aquí, conviviendo sigilosamente conmigo, me invade el peor de los temores al saber que ni la seguridad de los cuartos respeta y es capaz de deambular por donde se le plazca. De un momento a otro me he vuelto parte de esta secreta secta que guarda un secreto a voces sobre su existencia. He florecido al miedo. Es mi paso a la adolescencia del temor. Es mi virtud violada, transformada de imprevisto a la turbación.

Mi paso a la adultez de forma brusca, pero creo que todos han pasado por esto y por eso no se habla a viva voz, como antes lo dije yo lo había escuchado de adultos pero hablando celosamente entre ellos.

Lo sé, lo supe hace poco, fue la pasada noche; tu también lo conoces pero no hablaremos de el, por miedo a enojarlo y que desencadene todo tipo de hechos desagradables. Es un misterio negro como la noche que lo cobija y mudo como el silencio que lo envuelve, aunque algún día, y esto lo puedo afirmar no por mi inexperiencia y osadía, sino que por que se que nos revelaremos, y gritaremos su nombre y no serán unos pocos, nos uniremos todos contra el, nuestras fuerzas en conjunto contra el desesperanza. Y habrá bajas y terror entre las gentes, y serán mártires en la única forma de enfrentarlo, luchar contra el terror. Y cuando ganemos, porque se que vamos a vencer, descansaremos tranquilos al caer la noche sabiendo que nuestra privacidad no se verá invadida por el; pero hasta ese día, o mejor dicho hasta esa noche, tendremos que soportar el peso de la discreción, sus visitas indeseadas y estará en mi casa y en la tuya y en la de todos...

...ya se está ocultando el sol, será mejor que me calle.

viernes, 14 de marzo de 2008

Aullido de medianoche




Desperté con los alaridos. No entendía lo que pasaba. De repente saltaba de un apacible sueño a un carnaval de gritos, y no sólo en mi casa, sino que al parecer también provenían de las casas vecinas a la mía, donde claramente se escuchaban gemidos de personas: algunas aunque distorsionadas por la guturación aun reconocía como las de amigos y vecinos, en cambio otras me sonaban totalmente desconocidas; alaridos de niños, mujeres, hombres, los más terribles y desgarradores chillidos que yo haya escuchado…

Tronaban y asustaban en la noche.

La peor sensación que he tenido en toda mi vida es cuando te despiertan de un sobresalto, y pero con gritos, y pero aun con cientos de gritos. Es un inesperado golpe al descanso nocturno, donde se supone que reina la paz y la calma para poder descansar para el siguiente día. Justo cuando necesito un descanso placentero sucede “esto” (mañana será un día nefasto, dolor de cabeza toda la jornada). Definitivamente esto va ser traumante, y ya lo creo que tendré pesadillas el resto de la semana…

Mis pensamientos se confunden con los quejidos.

A tientas en la oscuridad trato de alcanzar el switch de la lámpara, pero al parecer para acrecentar este pandemonio se ha cortado el suministro de energía eléctrica. Manoteo a diestras y siniestras buscando ya no la luz, algún objeto con que aferrarme, que ilumine mi habitación y mi razón en medio de la oscuridad, nada. Además, por la confusión acabo de botar el velador…

El ruido que produjo fue apañado por los gritos.

Gritos.

Gritos.

Gritos.

Gritos, ahora mas bajos, ahora mas agudos. Ahora totalmente desgarradores, guturales, llegan a tener de ves en cuando un timbre como de risa general cual necro-parque de diversiones, pero de súbito es un bramido de dolor, de miedo… y da miedo.

Tratando de calcular la hora deduzco que son como las cuatro de la mañana –no puede ser más tarde por la luminosidad reinante, solo penumbras- a parte que me dormí cerca de la una de la mañana y después de eso varios sueños pasaron por mi almohada, así que falta mucho para el alba. Me doy cuenta que mi mente está totalmente despierta, y pienso con más claridad, y que mientras divagaba con mis pensamientos los chillidos permanecían de fondo llegando al punto de que mi oreja se acostumbró a ellos. No. Qué estoy diciendo! Mis tímpanos no soportan esto, me duele, y me molesta no saber que está pasando ¡¿qué cresta está pasando?!

Porqué no corrí donde los demás de la casa a ver como estaban ya que claramente tienen que estar gritando. (¡¿Qué está pasando?!)

¿Seguiré soñando?

Estoy despierto, con los ojos abiertos y sin poder distinguir ni la mínima silueta a mi alrededor, tinieblas.

G R I T O S

Y los perros se han unido a esta cacofonía, me duele la cabeza así que de un salto trato de levantarme pero es una jaqueca que me da un golpe como de cabeza quebrada con vidrios y me tira de vuelta a mi lecho, solo que caigo de lado y me golpeo la nuca con la pared que esta a mi lado. Un ojo me lagrimea no se si por el dolor del golpe o la repentina migraña. Tengo un pie casi en el suelo y el otro enredado con las sabanas…

…ahora me asusto de verdad, yo también sin darme cuenta estoy gritando.

Botando toda la ropa de la cama, pisando el velador caído, chocando con cuantas cosas se me cruzan y golpeándome con cada pared, corro por la casa tratando de encontrar a mi familia que canta esta destemplada canción gutural no encuentro a nadie sólo los escucho pero no estoy seguro que sean ellos o si lo son es imposible seguirlos por los ruidos del ambiente, corro por escalas que desconozco, paredes aparecen donde mi memoria dice que no hay, y mi casa parece no ser mi casa y olores pestilentes han aparecido, y siento bajo mis pies el suelo, pero no es mi piso ni la alfombra, ni tampoco el césped del patio por si salí a el en mi frenética búsqueda sin darme cuenta. Bajos mis pies aparece una sustancia viscosa… no, ¡no es una sustancia, por amor dios!, es como espaguetis fríos, resbaladizos que… que se mueven y se meten entre mis dedos (habrá habido algún tipo de aluvión mientras dormía)

-“¡dónde están!”- exclamo.

-“¡DÓNDE ESTÁN!”- vuelvo a exclamar pero esta vez con mas fuerza para hacerme escuchar entre los exaltados lamentos, sin respuesta, únicamente histeria colectiva en mis tímpanos y sombras en mis ojos.

Corro.

Grito.

Resbalo.

Grito.

Y los gusanos se meten en mi boca, avanzando por mi garganta y mis gritos se callan…

Y los alaridos cesan.








lunes, 10 de marzo de 2008

Qué te quema



El viento sopla cansinamente por sobre la arena tibia, es una brisa caliente que más que refrescar acrecienta la sensación térmica de ‘infierno en verano’, creo que incluso el sol y las nubes tienen calor el día de hoy. Yo, por mi parte, tengo el cerebro achicharrado que me atonta en esta tarde de verano.

Estoy sin polera vestido solamente con un short de baño tendido en una silla de playa bebiendo una cerveza tibia, no hay nada frío en estas condiciones. Con un movimiento que exige un esfuerzo sobre humano me coloco mis gafas de sol, la luminosidad reinante molesta en demasía a mis ojos.

Bebo un sorbo de mi elixir veraniego.

En estos días el reloj por compasión hacia los seres humanos debería correr más rápido para acortar estas tardes de calor abrazador, aunque incluso de noches no se puede soportar.

Esta temporada ha sido horriblemente calurosa.

Mi cuello húmedo por la transpiración y la cerveza.

Estoy en medio de la nada y la nada es mi medio.

Es mi miedo la nada?

Creo que realmente mi cerebro se achicharró.

Seco el sudor de mi frente

Seco el sudor de mi frente

Seco el sudor de mi frente (¿otra vez? )

Seco el sudor...

Sangre.

Es en este momento cuando miro mis guantes destrozados por el hielo y veo la sangre entre lo que es carne y nieve y sangre congelada. Está nevando y la mitad de mi cuerpo paralizada por un témpano de hielo sobre él, siento el liquido rojo manando por mi frente, pasar por mi boca hasta mi cuello, lo único tibio que puedo percibir. El frío me duele.

Me duele tanto que impide que me desmaye, el dolor, el frío.

Saben...

el frío

quema...








viernes, 7 de marzo de 2008

CAERSE ES VALIDO (SOMOS HUMANOS CON ERRORES), PERO LEVANTARSE ES OBLIGATORIO

Vamos a Vencer (levantate)
(Letra y Música Gore Vomit 2001)

Caigo y despego, yo ya no estoy muerto

La sangre se activa la carne se aviva

-------QUIERO REBELIÓN ¡YO!------------

Corro y me muevo, yo salto y despego

Me estorbas te pego, me matan regreso

--------QUIERO REBELIÓN ¡YO!-----------


Decide tu vida por primera vez

Despierta tu mente no es lo que ves

Destino de pilla tienes que correr

Destino te golpea tienes que vencer!!!


¿Estamos solos? ¡No estamos solos!

Caigo y despego, yo ya no estoy muerto

La sangre se activa la carne se aviva

-------QUIERO REBELIÓN ¡YO!------------

Si caes te paras, te paran golpeas,

Golpeas y ganas, por buen camino vencerás!

-------QUIERO REBELIÓN ¡YO!------------


Decide tu vida por primera vez

Despierta tu mente no es lo que ves

Destino de pilla tienes que correr

Destino te golpea tienes que vencer!!!


¡Levantante! LEVANTATE!!!

VAMOS A VENCER…






jueves, 6 de marzo de 2008

Tardes de cine



El control remoto resbala.

Mis manos sudan copiosamente bajo los guantes de goma, transformando en una faena complegísima el poder cambiar de canal.

De vaqueros estará bien.

Sorbeteo mis mucosidades nasales, duele. Mi nariz hace ya días que se cosió producto de la humedad de mi mascarilla; tengo una urticaria por todo el cuerpo que pensé erradicaría después de una depilación completa (excepto mis pestañas, obvio), y el festín de antibióticos para poder controlar mis gérmenes internos me produjo una diarrea que no me dejó dormir mis tres horas diarias de sueño. Realmente estoy hecho un desastre.

Luego de una intensa búsqueda logré encontrar cartones suficientes para poder tapar las ventanas de las radiaciones solares, tan dañinas para la epidermis, de modo que debe ser por este intermitente brillo blanquecino del tubo fluorescente el mareo de mis neuronas... además la picazón que me está comenzando a volver loco, que si no fuera por todas las infecciones que se me meterían me despellejaría de este maldito traje regalado por dios, pero bueno, soy un hombre razonable y no lo haré.

Tengo un hambre carcomiendo mi estomago, pero temo probar bocado alguno por miedo a las bacterias, por otra parte, creo que aun queda una botella de bourboin en mi decadente bar.

Me levanto de mi trono televisivo.

Camino con cuidado, para no tener que respirar tanto –me mareo.

Abro la puerta del bar...

--

--

--

Hay alguien.

...alguien esta tratando abrir una ventana...

inmóvil

...debe ser la ventana del lado de la puerta...

quieto

quieto, como si hubieran congelado la imagen...

quieto

mierda

Esta situación me parece repentinamente tan graciosa, yo vestido como un desadaptado alienígena con una puerta del bar semiabierta, totalmente suspendido en el aire, con los cambios de matices que el televisor brinda en cada escena (creo que es Lee Van Cleef el sujeto de la pantalla), y la botella medio llena de bourboin burlándose de mí:

-¡Hola! ¡Hola! Estoy aquí, yuju, aquí a treinta centímetros de ti, y estoy deliciosa... ¡toma!, ¡Tómame!.

Vuelvo.

Aun tratan de entrar; ya rajaron el cartón de la ventana y giran la perilla de la puerta... la cadenilla está puesta. Un golpe seco como si se esperara una gran explosión de colores y sonido y por ese seguro tan precario que la antigua propietaria del inmueble, una dulce anciana, trunco todo el sonoro espectáculo. TOK! Todos esperaban que la puerta se abriera y no se abrió.

Ya, suficiente, esto es gracioso. Suelto una pequeña risa.

-¿Carlos? ¿Carlos, estas ahí? Carlos, ¡Carlos!...

Voz de mujer, el cáncer de los hombres.

Derrepente, entro en la ‘dimensión desconocida’ y todo es sólo un zumbido opaco, y los colores se desvanecen, ahora todo es blanco y negro, y rojo...

1. Saltan los eslabones de la cadena.

2. Abro desmesuradamente mis ojos.

3. La puerta se abre poco a poco.

4. Un río de luz.

5. Eslabones de cadena rebotando en el piso.

6. Un torrente de luz.

7. Mis ojos no se cierran instintivamente como antes.

8. Me encandilo.

9. El zumbido es un bloque de cemento en mis tímpanos. Muy pesado.

10. La puerta se azota pero sin estrépito contra la pared.

11. Los eslabones rebotan y rebotan por doquier.

12. La figura grita y gesticula sin sonido.

13. El zumbido...

14. La puerta se devuelve al chocar con la pared.

15. Ella vuelve a empujar.

16. Mi corazón también rebota dentro de mi tórax.

17. La figura se agranda.

18. Mi cara debe parecer la de un mono rasurado.

19. El zumbido es un chillido ultrasónico.

20. La encandilación cesó.

--FLASH--

Ahora floto y tengo un plano general de los acontecimientos, y entonces veo a dos figuras moviéndose todavía en cámara lenta. Una se acerca gritando y llorando con la cara totalmente desfigurada, la otra voltea; mientras la primera se acerca y se acerca, la otra vuelve a voltear... pero esta vez con un objeto brillante con liquido en su interior en la mano... esta letanía me comienza a adormilar.

Un túnel o un pozo, arriba o cayendo hacia la profundidad, con una velocidad vertiginosa. Extroversión a introversión, todos convergiendo a uno en un segundo. Y soy yo. Y miles de pequeños prismas que brillan y brillan en una lluvia de chispas, van cayendo al suelo como una ola estrellándose en un roquerió. Y los diminutos cristales en su travesía del aire al suelo van dejando a su paso un arcoiris y una doncella encantada y dormida por el brillo del color.




martes, 4 de marzo de 2008

Levántate


Avanzó.

Siguió su carrera.

El camino es largo, más aun cuando no has comido en días y has tomado esporádicos sorbos de agua que encontrados en el camino… fatiga… Debió ir corriendo porque lo seguían y sabía que ya le estaban acortando la ventaja. Pero el cansancio le impidió apurar el tranco y la fatiga le decía que deje todo y se entregue, quizás así obtenga descanso, pero sabía que no se debe caer: si no es por el, por los que ya dieron la vida y no desfallecieron en la camino. Tenía que seguir, no debió importarle su falta de energía por que continuó su camino.

Ya había avanzado bastante cuando creyó escuchar a sus perseguidores, se detuvo un momento percibiendo el más mínimo de los detalles del ambiente …………………………………………………………………………………………...............
si, efectivamente lo seguían de cerca; apretó el paso, trató de correr pero el cansancio… el cansancio fue más fuerte. Sus piernas estaban engarrotadas y lo hicieron caer. Se levantó, le sangraba una pierna, la herida de sus torturadores nunca sano bien (¿importaba eso a esta altura?), cojeaba pero siguió, quedaba mucho camino por recorrer. Mas el terreno era desfavorable y se iba volviendo pantanoso y si antes estaba cansado ahora si que era inhumano avanzar por el fango. Tranco largo, otro más largo y cayó al barro, el lodo lo refrescó por un momento, pero faltaba todavía y tenía que levantarse. Logró salir de ahí, y fue una salida no solo de su maltrecho cuerpo, sino de su orgullo que lo impulsó a continuar. La tierra firme llegó como un premio, como un golpe de energía y se vio en condiciones de apurar el paso. Quería correr, pero no pudo, trotó… aun así fue más rápido.

Rápido iba por ella, iba por su libertad. Esa que es una querida mujer muchas veces fatal, escurridiza para algunos, pero bella, alegre, inteligente, por quién dan ganas de seguir adelante, caer y levantarse, una y otra vez hasta llegar a su regazo, y amarla como todos deberíamos amarla, y conquistarla, para siempre conquistarla.

Sin darse cuenta se encontró corriendo, cansado, maltratado, hambriento, pero sonriendo. Hace meses que no sonreía… Más energía para el espíritu, luchar por lo que uno cree. Más energía para el espíritu, alcanzarlo.

Siguió su carrera.

Avanzó.

Primero fue el trueno, después, a los segundos de escuchar ese horrendo bramido mecánico siente el picotazo en su muslo. Quema. Puchas que quema. Lo bota y el calor le entumece la pierna entera, a pesar del dolor se trata de alzar del suelo (¡levántate!), su pierna no funciona y siente el segundo trueno, pero ahora retumbar en su cabeza. Cae y por fin descansa.






lunes, 3 de marzo de 2008

La mañana


La mañana estaba húmeda y fría, un viento gélido acariciaba mis labios. A mi alrededor solamente una niebla espesa y la luz de pálida y mortecina de los faroles de la calle que aun no se apagaban y me acompañaban con mi patética soledad.

Recuerdo de un lejano ayer templado, de mañanas veraniegas, me mantienen en pie en medio de la nada citadina, porque la ciudad al final no es nada mas que un bosque frío de concreto, de roca, que como cualquier otra piedra carece de vida, así que la imagen en mi mente de ese lejano verano me ayuda a seguir, sobre todo en ésta madrugada donde fantasmas deambulan lejanos sin rostros hijos del cemento; unos a trabajar ya a estas horas y otros volviendo a sus casas (grises).

Camino por las calles vacías, la compañía de las pocas personas no me conforta mucho, son velados ecos fotográficos de la ciudad y lo único que escucho son el sonido de mis pasos contra la piedra, que por más que avancen la misma geografía urbana se repite una tras otra dando la ilusión de estar inmerso en un megalítico infierno pétreo.

Miro al cielo.

Me sorprendo.

Me encojo de hombros y me pongo a pensar; es increíble que siglos y siglos de tecnología y avances científicos, el escudo de la civilización humana, orgullo de nuestros mas brillantes genios que en toda nuestra larga pero breve historia han contribuido a dar pasos hacia delante en pos de la sabiduría y el confort de nosotros mismos tocando temas tabú cómo la vida o la ecología, modificando y reparando lo que la naturaleza no pudo hacer, erradicando epidemias o alargando la existencia. A simple juicio nos sentimos partes importantes en el universo, fuertes y arrogantes, los hijos de los dioses… y aun somos tan frágiles y vulnerables como una madriguera de hormigas, que con un solo un pisotón podemos acabar con su existencia. Así somos débiles pero arrogantes, ignorantes pero soberbios, amantes del amor pero autodestructivos. (¡Ja! El pisotón a la madriguera de hormigas… que buena analogía)

Ahora, en esta fría mañana, cuando la ciudad aun no despierta yo soy talvez el único testigo de este espectáculo dantesco. Tan silencioso, tan rápido, tan efímero como nuestro paso por el planeta, tan fugaz como nuestra historia, la misma que cuento en estos momentos de fría soledad. Miro al cielo, cierro los ojos pero no puedo despejar de mi retina esa ígnea roca de fuego en colisión con nuestra civilización en esta mañana.


Esta fría madrugada.






domingo, 2 de marzo de 2008

Vuelo de palomas


Es extraño, ya había olvidado lo bien que se siente la brisa fresca acariciar mi cara. Cierro mis ojos y la libertad aparece como ráfagas de colores que estallan como fuegos de artificio fragmentados en pequeñas pigmentaciones. Mi pelo enloquece con el viento frío y refresca mi cabeza de los errores y preocupaciones que tenía en esta ploma ciudad.

Es paradójico que esta mierda de concreto sea la puerta a mi paraíso; no obstante en este momento los qué y como no importan, lo único que importa es la velocidad, es la rapidez con que mi vuelo encuentra la puerta de salida.

Abro los ojos.

Una sonrisa aparece en mis labios, y el viento seca mi garganta, no me molesta.

Lagrimas ruedan por mi rostro, pero no son de pena, aunque últimamente no es extraño ya que mis nervios han estado carcomiéndome por dentro, primero lentamente y después como un tumor cancerígeno destrozando sin piedad rápida y dura mi cordura. Mostrando mi estado de soledad, mi única compañera. No recuerdo cuando el fantasma gris de la ciudad me quitó a mis amigos, a las personas que le di un pedacito de mí, pero al parecer eran hijos del concreto nacidos para amargar mi vida (a esto se le llama vida?). A muchas personas te quieres aferrar para que el martirio que es sobrevivir no sea tan pesado y compartir el dolor que esto implica (esto es el amor?)... y estás solo.

Las lágrimas siguen saliendo, pero te dije que no son de pena, ya no. Lo pasado no me importa solo la rapidez de mi vuelo, así que son producidas por el viento.

Esto está bien.

No siento ninguna presión en el cuerpo, a pesar de estar en la ciudad los colores y las forman pasan muy rápido a mi lado y es hermoso. En la brisa no siento el smog sólo su frescura. No puedo entender como tardé tanto en liberarme.

La liberación del vuelo como la mejor de las aves, como el arcángel Gabriel, como el más chato de los drogadictos: volar; yo era otra hormiga del hormiguero, pero ahora soy uno de ellos... solo que yo no vuelo hacia el cielo... no me importa, desde que nací que fue todo cuesta abajo, todo decayendo, y hoy más que nunca.

...atrás quedó la cornisa y cada vez me acerco más al concreto, mis ojos no han parado de llorar. Toda una vida (sub-vida) de pudrición gris para tener estos segundos de LIBERTAD... vale la pena; no pienso en familia ni en amores.

Cierro los ojos...

Perdóname Dios.






(aplausos)



Las lagrimas salían de mis ojos inevitablemente una tras otra, el solo hecho de verme a mi mismo llorando cómo una niña rompía mi ser, y dejaba por el suelo mi hombría, mi masculinidad quebrada y de vuelta a llorar. Era una impotencia la de no poder contener mi llanto y el dolor en si que esto implica, que angustiaba mi pecho, me sofocaba al punto de querer gritar mi pena a todo el mundo, hacer público mi dolor, escupir el mal que tenía en la garganta y así, finalmente desahogarme.

Pero me conocía.

Me conocía casi desde el día que nací.

(Desde hace mucho tiempo)

sabía muy bien que no lo iba a hacer

que el hecho de contar lo que me estaba pasando era tomarme una gran licencia y una tregua a mi machismo. Y el sollozar como una magdalena era el ya no poseer dignidad con mi persona. Llorar con sangre mi dignidad. Con sangre y caca. ¡Gritando!...

…aunque fuera en silencio.

…aunque fuera a oscuras.

…aunque fuera sólo para mí…

…oculto de las miradas de las gentes, mi dignidad esta muerta… no, mejor dicho esta podrida!

(llanto)

…………

acomodo mi peluca y mi nariz

respiro profundamente

seco mis mejillas

trato de no correr mucha pintura…

y veo que todo pasó.

Me siento en una cajón, siento que todo quedo atrás, y realmente siento lo que pasó (jajaja, mucho mejor).

-“very well!”, exclamo en voz alta, mientras reacomodo mi peluca y con un pincel retoco el maquillaje, hago frente al espejo una mueca de risa y doy gracias a mi gran escudo que es esta narizota roja de payaso.

(aplausos)