CLICK HERE FOR BLOGGER TEMPLATES AND MYSPACE LAYOUTS »

lunes, 3 de marzo de 2008

La mañana


La mañana estaba húmeda y fría, un viento gélido acariciaba mis labios. A mi alrededor solamente una niebla espesa y la luz de pálida y mortecina de los faroles de la calle que aun no se apagaban y me acompañaban con mi patética soledad.

Recuerdo de un lejano ayer templado, de mañanas veraniegas, me mantienen en pie en medio de la nada citadina, porque la ciudad al final no es nada mas que un bosque frío de concreto, de roca, que como cualquier otra piedra carece de vida, así que la imagen en mi mente de ese lejano verano me ayuda a seguir, sobre todo en ésta madrugada donde fantasmas deambulan lejanos sin rostros hijos del cemento; unos a trabajar ya a estas horas y otros volviendo a sus casas (grises).

Camino por las calles vacías, la compañía de las pocas personas no me conforta mucho, son velados ecos fotográficos de la ciudad y lo único que escucho son el sonido de mis pasos contra la piedra, que por más que avancen la misma geografía urbana se repite una tras otra dando la ilusión de estar inmerso en un megalítico infierno pétreo.

Miro al cielo.

Me sorprendo.

Me encojo de hombros y me pongo a pensar; es increíble que siglos y siglos de tecnología y avances científicos, el escudo de la civilización humana, orgullo de nuestros mas brillantes genios que en toda nuestra larga pero breve historia han contribuido a dar pasos hacia delante en pos de la sabiduría y el confort de nosotros mismos tocando temas tabú cómo la vida o la ecología, modificando y reparando lo que la naturaleza no pudo hacer, erradicando epidemias o alargando la existencia. A simple juicio nos sentimos partes importantes en el universo, fuertes y arrogantes, los hijos de los dioses… y aun somos tan frágiles y vulnerables como una madriguera de hormigas, que con un solo un pisotón podemos acabar con su existencia. Así somos débiles pero arrogantes, ignorantes pero soberbios, amantes del amor pero autodestructivos. (¡Ja! El pisotón a la madriguera de hormigas… que buena analogía)

Ahora, en esta fría mañana, cuando la ciudad aun no despierta yo soy talvez el único testigo de este espectáculo dantesco. Tan silencioso, tan rápido, tan efímero como nuestro paso por el planeta, tan fugaz como nuestra historia, la misma que cuento en estos momentos de fría soledad. Miro al cielo, cierro los ojos pero no puedo despejar de mi retina esa ígnea roca de fuego en colisión con nuestra civilización en esta mañana.


Esta fría madrugada.






0 comentarios: