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viernes, 14 de marzo de 2008

Aullido de medianoche




Desperté con los alaridos. No entendía lo que pasaba. De repente saltaba de un apacible sueño a un carnaval de gritos, y no sólo en mi casa, sino que al parecer también provenían de las casas vecinas a la mía, donde claramente se escuchaban gemidos de personas: algunas aunque distorsionadas por la guturación aun reconocía como las de amigos y vecinos, en cambio otras me sonaban totalmente desconocidas; alaridos de niños, mujeres, hombres, los más terribles y desgarradores chillidos que yo haya escuchado…

Tronaban y asustaban en la noche.

La peor sensación que he tenido en toda mi vida es cuando te despiertan de un sobresalto, y pero con gritos, y pero aun con cientos de gritos. Es un inesperado golpe al descanso nocturno, donde se supone que reina la paz y la calma para poder descansar para el siguiente día. Justo cuando necesito un descanso placentero sucede “esto” (mañana será un día nefasto, dolor de cabeza toda la jornada). Definitivamente esto va ser traumante, y ya lo creo que tendré pesadillas el resto de la semana…

Mis pensamientos se confunden con los quejidos.

A tientas en la oscuridad trato de alcanzar el switch de la lámpara, pero al parecer para acrecentar este pandemonio se ha cortado el suministro de energía eléctrica. Manoteo a diestras y siniestras buscando ya no la luz, algún objeto con que aferrarme, que ilumine mi habitación y mi razón en medio de la oscuridad, nada. Además, por la confusión acabo de botar el velador…

El ruido que produjo fue apañado por los gritos.

Gritos.

Gritos.

Gritos.

Gritos, ahora mas bajos, ahora mas agudos. Ahora totalmente desgarradores, guturales, llegan a tener de ves en cuando un timbre como de risa general cual necro-parque de diversiones, pero de súbito es un bramido de dolor, de miedo… y da miedo.

Tratando de calcular la hora deduzco que son como las cuatro de la mañana –no puede ser más tarde por la luminosidad reinante, solo penumbras- a parte que me dormí cerca de la una de la mañana y después de eso varios sueños pasaron por mi almohada, así que falta mucho para el alba. Me doy cuenta que mi mente está totalmente despierta, y pienso con más claridad, y que mientras divagaba con mis pensamientos los chillidos permanecían de fondo llegando al punto de que mi oreja se acostumbró a ellos. No. Qué estoy diciendo! Mis tímpanos no soportan esto, me duele, y me molesta no saber que está pasando ¡¿qué cresta está pasando?!

Porqué no corrí donde los demás de la casa a ver como estaban ya que claramente tienen que estar gritando. (¡¿Qué está pasando?!)

¿Seguiré soñando?

Estoy despierto, con los ojos abiertos y sin poder distinguir ni la mínima silueta a mi alrededor, tinieblas.

G R I T O S

Y los perros se han unido a esta cacofonía, me duele la cabeza así que de un salto trato de levantarme pero es una jaqueca que me da un golpe como de cabeza quebrada con vidrios y me tira de vuelta a mi lecho, solo que caigo de lado y me golpeo la nuca con la pared que esta a mi lado. Un ojo me lagrimea no se si por el dolor del golpe o la repentina migraña. Tengo un pie casi en el suelo y el otro enredado con las sabanas…

…ahora me asusto de verdad, yo también sin darme cuenta estoy gritando.

Botando toda la ropa de la cama, pisando el velador caído, chocando con cuantas cosas se me cruzan y golpeándome con cada pared, corro por la casa tratando de encontrar a mi familia que canta esta destemplada canción gutural no encuentro a nadie sólo los escucho pero no estoy seguro que sean ellos o si lo son es imposible seguirlos por los ruidos del ambiente, corro por escalas que desconozco, paredes aparecen donde mi memoria dice que no hay, y mi casa parece no ser mi casa y olores pestilentes han aparecido, y siento bajo mis pies el suelo, pero no es mi piso ni la alfombra, ni tampoco el césped del patio por si salí a el en mi frenética búsqueda sin darme cuenta. Bajos mis pies aparece una sustancia viscosa… no, ¡no es una sustancia, por amor dios!, es como espaguetis fríos, resbaladizos que… que se mueven y se meten entre mis dedos (habrá habido algún tipo de aluvión mientras dormía)

-“¡dónde están!”- exclamo.

-“¡DÓNDE ESTÁN!”- vuelvo a exclamar pero esta vez con mas fuerza para hacerme escuchar entre los exaltados lamentos, sin respuesta, únicamente histeria colectiva en mis tímpanos y sombras en mis ojos.

Corro.

Grito.

Resbalo.

Grito.

Y los gusanos se meten en mi boca, avanzando por mi garganta y mis gritos se callan…

Y los alaridos cesan.








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