CLICK HERE FOR BLOGGER TEMPLATES AND MYSPACE LAYOUTS »

jueves, 6 de marzo de 2008

Tardes de cine



El control remoto resbala.

Mis manos sudan copiosamente bajo los guantes de goma, transformando en una faena complegísima el poder cambiar de canal.

De vaqueros estará bien.

Sorbeteo mis mucosidades nasales, duele. Mi nariz hace ya días que se cosió producto de la humedad de mi mascarilla; tengo una urticaria por todo el cuerpo que pensé erradicaría después de una depilación completa (excepto mis pestañas, obvio), y el festín de antibióticos para poder controlar mis gérmenes internos me produjo una diarrea que no me dejó dormir mis tres horas diarias de sueño. Realmente estoy hecho un desastre.

Luego de una intensa búsqueda logré encontrar cartones suficientes para poder tapar las ventanas de las radiaciones solares, tan dañinas para la epidermis, de modo que debe ser por este intermitente brillo blanquecino del tubo fluorescente el mareo de mis neuronas... además la picazón que me está comenzando a volver loco, que si no fuera por todas las infecciones que se me meterían me despellejaría de este maldito traje regalado por dios, pero bueno, soy un hombre razonable y no lo haré.

Tengo un hambre carcomiendo mi estomago, pero temo probar bocado alguno por miedo a las bacterias, por otra parte, creo que aun queda una botella de bourboin en mi decadente bar.

Me levanto de mi trono televisivo.

Camino con cuidado, para no tener que respirar tanto –me mareo.

Abro la puerta del bar...

--

--

--

Hay alguien.

...alguien esta tratando abrir una ventana...

inmóvil

...debe ser la ventana del lado de la puerta...

quieto

quieto, como si hubieran congelado la imagen...

quieto

mierda

Esta situación me parece repentinamente tan graciosa, yo vestido como un desadaptado alienígena con una puerta del bar semiabierta, totalmente suspendido en el aire, con los cambios de matices que el televisor brinda en cada escena (creo que es Lee Van Cleef el sujeto de la pantalla), y la botella medio llena de bourboin burlándose de mí:

-¡Hola! ¡Hola! Estoy aquí, yuju, aquí a treinta centímetros de ti, y estoy deliciosa... ¡toma!, ¡Tómame!.

Vuelvo.

Aun tratan de entrar; ya rajaron el cartón de la ventana y giran la perilla de la puerta... la cadenilla está puesta. Un golpe seco como si se esperara una gran explosión de colores y sonido y por ese seguro tan precario que la antigua propietaria del inmueble, una dulce anciana, trunco todo el sonoro espectáculo. TOK! Todos esperaban que la puerta se abriera y no se abrió.

Ya, suficiente, esto es gracioso. Suelto una pequeña risa.

-¿Carlos? ¿Carlos, estas ahí? Carlos, ¡Carlos!...

Voz de mujer, el cáncer de los hombres.

Derrepente, entro en la ‘dimensión desconocida’ y todo es sólo un zumbido opaco, y los colores se desvanecen, ahora todo es blanco y negro, y rojo...

1. Saltan los eslabones de la cadena.

2. Abro desmesuradamente mis ojos.

3. La puerta se abre poco a poco.

4. Un río de luz.

5. Eslabones de cadena rebotando en el piso.

6. Un torrente de luz.

7. Mis ojos no se cierran instintivamente como antes.

8. Me encandilo.

9. El zumbido es un bloque de cemento en mis tímpanos. Muy pesado.

10. La puerta se azota pero sin estrépito contra la pared.

11. Los eslabones rebotan y rebotan por doquier.

12. La figura grita y gesticula sin sonido.

13. El zumbido...

14. La puerta se devuelve al chocar con la pared.

15. Ella vuelve a empujar.

16. Mi corazón también rebota dentro de mi tórax.

17. La figura se agranda.

18. Mi cara debe parecer la de un mono rasurado.

19. El zumbido es un chillido ultrasónico.

20. La encandilación cesó.

--FLASH--

Ahora floto y tengo un plano general de los acontecimientos, y entonces veo a dos figuras moviéndose todavía en cámara lenta. Una se acerca gritando y llorando con la cara totalmente desfigurada, la otra voltea; mientras la primera se acerca y se acerca, la otra vuelve a voltear... pero esta vez con un objeto brillante con liquido en su interior en la mano... esta letanía me comienza a adormilar.

Un túnel o un pozo, arriba o cayendo hacia la profundidad, con una velocidad vertiginosa. Extroversión a introversión, todos convergiendo a uno en un segundo. Y soy yo. Y miles de pequeños prismas que brillan y brillan en una lluvia de chispas, van cayendo al suelo como una ola estrellándose en un roquerió. Y los diminutos cristales en su travesía del aire al suelo van dejando a su paso un arcoiris y una doncella encantada y dormida por el brillo del color.




0 comentarios: